top of page
  • Foto del escritor: Psicotepec
    Psicotepec
  • 5 may
  • 1 Min. de lectura

El cuerpo no transporta la psique sino que la engendra; no es el escenario de lo mental sino su raíz primordial. Ignorarlo es intentar entender el árbol negando la semilla.


ree

La raíz carnal


Creemos poseer un cuerpo cuando en realidad es él quien nos posee a nosotros. Nos seduce la ilusión de que habitamos una materia subordinada a nuestra voluntad, pero la verdad resulta más perturbadora: somos el producto de una carne que nos precede y determina. El pensamiento no conquista al cuerpo; brota de sus entrañas como consecuencia inevitable.


La constitución psíquica emerge de la experiencia corporal primaria, no como simple derivado sino como elaboración compleja de sensaciones que conforman nuestra primera cartografía mental. Paradójicamente, cuanto más intentamos trascender nuestra materialidad mediante abstracciones, más revelamos nuestra dependencia de ese sustrato físico que posibilita el pensamiento mismo. El cuerpo no es prisión del espíritu sino su condición de posibilidad más radical.


El analista contemporáneo reconoce que cualquier intervención que ignore esta verdad fundacional está condenada al fracaso terapéutico. Los síntomas hablan a través de la carne antes de encontrar palabras, y la transferencia ocurre primero como resonancia somática entre dos presencias corporales. Restaurar la dignidad epistemológica del cuerpo implica reconocer que no estamos ante un vehículo pasivo, sino frente al arquitecto silencioso de nuestra subjetividad.


Psicoterapia
60
Reservar ahora



 
 
 
  • Foto del escritor: Psicotepec
    Psicotepec
  • 3 may
  • 1 Min. de lectura

Congelamos el instante con sustancias para no ser reescritos, mientras el tiempo sigue corriendo y nosotros nos quedamos atrás, inmóviles y obsoletos.


ree

Anclados al instante


Adictos al mismo momento, suspendemos la tiranía del tiempo que inscribe su novedad sobre nosotros sin piedad. Frente al vértigo de existir como tabletas perpetuamente reescritas, la sustancia promete un eterno presente donde nada cambia mientras todo permanece exactamente igual. El químico refugio nos protege del terror fundamental: ser superficie donde el devenir inscribe su crueldad incesante.


El toxicómano construye paradojas temporales: cuanto más inmóvil permanece en su goce, más velozmente se desintegra como sujeto. Su cuerpo, convertido en monumento a un instante petrificado, celebra la ausencia de movimiento mientras se deteriora a velocidades devastadoras. La destrucción física es el precio por esta peculiar victoria sobre la temporalidad que amenaza con transformarnos constantemente.


La clínica contemporánea enfrenta este dilema existencial disfrazado de problema químico. El analista debe reintroducir la dimensión temporal donde la droga ha instalado paréntesis químicos, ayudando al sujeto a tolerar la angustia de ser lienzo que el tiempo modifica. Aprender a habitar el movimiento resulta más sanador que cualquier estabilidad artificial.


Psicoterapia
60
Reservar ahora


 
 
 
  • Foto del escritor: Psicotepec
    Psicotepec
  • 3 may
  • 1 Min. de lectura

La droga no cura el dolor, solo silencia al narrador. Cuando eliminamos los síntomas sin escucharlos, amputamos capítulos enteros de nuestra historia.


ree

Química sin metáfora


El adicto busca felicidad directa mientras descarta la posibilidad misma de simbolizar su sufrimiento. Como quien instala un puente donde debería existir un río, sustituye la travesía elaborativa por un atajo químico que promete destino sin viaje. El malestar queda así desactivado pero no transformado, silenciado pero nunca realmente escuchado.


La economía libidinal del toxicómano opera mediante esta paradoja fundamental: cuanto más exitosamente elimina el síntoma, más radicalmente fracasa en su función subjetiva. Mientras el neurótico tradicional teje compromisos entre deseo y prohibición —construyendo síntomas como quien edifica casas habitables en terreno imposible— el adicto compra soluciones prefabricadas que desarman la arquitectura misma del sujeto deseante.


La clínica contemporánea enfrenta este dilema: ¿cómo reintroducir la producción simbólica donde la química ha instalado cortocircuitos? El analista debe convertirse en abogado del síntoma, defendiendo el derecho fundamental a construir metáforas donde el mercado solo ofrece moléculas. Un sujeto sin síntomas es un sujeto sin texto.


Psicoterapia
60
Reservar ahora


 
 
 
bottom of page