Lucidez dolorosa.
- Psicotepec

- hace 12 horas
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Mentirse cansa más que sufrir. La lucidez no elimina el dolor: lo vuelve habitable.

Lucidez dolorosa.
Vivimos construyendo coartadas. Elaboramos versiones edulcoradas de nuestras elecciones, justificaciones elegantes para nuestras cobardías, explicaciones que nos eximen de responsabilidad. El autoengaño no es accidente sino estrategia: una arquitectura sofisticada que erigimos para habitar sin demasiado malestar. Creemos que mentir nos protege del sufrimiento.
Sin embargo, la mentira exige un trabajo agotador. Mantener la ficción requiere vigilancia constante, memoria selectiva, ceguera voluntaria. Gastamos más energía sosteniendo el engaño que la que nos ahorraría enfrentar aquello que evitamos. El dolor que esquivamos se multiplica en los rincones donde lo escondemos. Mentirse no elimina el sufrimiento: lo desplaza, lo fermenta, lo convierte en síntoma.
La experiencia analítica propone algo incómodo: que la lucidez duele menos que la anestesia. No porque ver claro sea placentero, sino porque el precio de no ver se paga con la vida misma. Ganar verdad es perder excusas.








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