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La violencia de lo puro

  • Foto del escritor: Admin
    Admin
  • 18 ene
  • 1 Min. de lectura


La violencia más radical no es la que se ejerce con armas, sino la que se esconde tras el ideal de pureza. Quien se imagina completo, quien fantasea con una identidad sin fisuras, necesita convertir toda diferencia en amenaza. No es la diversidad lo que genera violencia: es el pánico ante la posibilidad de que el otro nos recuerde nuestra propia incompletitud.


Ahí radica la trampa mortal de los fundamentalismos: prometen una identidad sin grietas a cambio de declarar la guerra a todo lo diferente. El otro se vuelve enemigo no por lo que hace, sino por lo que su mera existencia revela: que no hay identidad pura, que toda completitud es un espejismo. La violencia emerge como intento desesperado de eliminar aquello que amenaza la fantasía de perfección.


El verdadero desafío no es construir identidades más puras, sino aprender a habitar la diferencia. La paz no vendrá de eliminar las grietas que nos separan, sino de reconocer que esas grietas son justamente los espacios donde el encuentro con el otro se vuelve posible. La violencia no nace de la diferencia, sino del terror a diferir.


 
 
 

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