La libertad que se sabotea.
- Psicotepec

- 5 nov
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El neurótico no busca resolver sus obstáculos. Los colecciona. Cada "no puedo" esconde un "no quiero enfrentar lo que vendría después".

La libertad que se sabotea. El neurótico construye su prisión con los barrotes del "casi". Se queja de cadenas que él mismo forja, señalando obstáculos externos mientras evita mirarse al espejo. Su lamento es su refugio: "quiero, pero no me dejan". Esa frase esconde una confesión más honesta: "quiero, pero me aterroriza".
Lo extraordinario es que justo cuando la puerta se abre, aparece el guardián perfecto. Una pareja imposible, un jefe tiránico, una enfermedad oportuna. No es casualidad ni mala suerte. Es una arquitectura inconsciente que preserva lo conocido. Porque la libertad exige algo más aterrador que las cadenas: responsabilidad sobre el propio deseo.
La experiencia analítica revela que el neurótico no busca liberarse de sus obstáculos, busca perfeccionarlos. Cada queja alimenta un goce secreto: el de permanecer inocente frente a su propia vida. Prefiere la certeza de la frustración al vértigo de elegir.




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