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Entre la sospecha y la desconfianza

  • Foto del escritor: Admin
    Admin
  • 22 dic 2024
  • 1 Min. de lectura


La ética de la sospecha representa una postura sofisticada frente al lenguaje y la comunicación humana. No se trata de un rechazo cínico de las palabras del otro, sino de una comprensión profunda de que el lenguaje, por su propia naturaleza, siempre dice más y menos de lo que pretende. Es un reconocimiento de las capas de significado que habitan en cada expresión, donde lo dicho y lo intentado no siempre coinciden, no por engaño sino por la complejidad inherente de la comunicación humana.


En contraste, la desconfianza representa una posición más rígida y defensiva, que asume a priori la intención de engañar. Esta actitud no solo empobrece la comunicación sino que cierra las puertas a la riqueza de significados que pueden emerger en el diálogo. Mientras la sospecha invita a explorar los múltiples sentidos posibles, la desconfianza se estanca en la búsqueda unidimensional de la mentira, perdiendo la oportunidad de descubrimientos más profundos.


La diferencia entre ambas posturas tiene implicaciones cruciales para la comprensión humana. La ética de la sospecha reconoce que lo que se dice es siempre lo que se puede decir, limitado por las fronteras del lenguaje y el inconsciente. Es una invitación a escuchar no solo las palabras sino también sus ecos, sus sombras y sus silencios. No busca desenmascarar mentiras, sino descubrir verdades que se revelan precisamente en los pliegues y fisuras del discurso.


 
 
 

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