El delirio de la uniformidad
- Admin
- 3 feb
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El fascismo revela una verdad perturbadora sobre el deseo colectivo: la fantasía de la pureza absoluta seduce antes de aterrorizar. No es solo una ideología política sino una patología social que promete resolver la angustia de la diferencia eliminando al diferente. Como una pesadilla que comienza como sueño de orden perfecto y termina en pesadilla de exterminio.
La seducción fascista opera precisamente en esta promesa de simplicidad radical: un mundo sin conflictos porque no hay otros, una sociedad sin angustia porque no hay diferencia, una identidad sin fisuras porque se ha eliminado toda alteridad. El delirio de uniformidad se vuelve proyecto político, transformando la fantasía de completitud en programa de aniquilación.
Lo verdaderamente aterrador no es que el fascismo sea una aberración histórica sino una tentación latente en toda cultura. Como un síntoma colectivo que revela el reverso oscuro de nuestro deseo de orden y pertenencia. La política se convierte así en escenario donde la cultura actúa sus fantasías más primitivas, donde el sueño de unidad deviene pesadilla de eliminación.
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