Un equilibrio pendiente
- Admin
- 31 oct 2024
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El sujeto contemporáneo exhibe un patrón curioso: a medida que la competencia corporativa se refina, nuestras conexiones humanas fundamentales se disuelven en métricas de rendimiento. No es meramente eficiencia sistémica sino un desplazamiento profundo de las relaciones—donde la conexión se vuelve transacción, y el valor se convierte en extracción. La paradoja se revela en intercambios cotidianos: cuanto más optimizamos para el avance profesional, más erosionamos el tejido social que sustenta el trabajo significativo.
La observación clínica revela dos adaptaciones emergentes: el virtuoso competitivo que domina la navegación institucional, acumulando capital en todas sus formas; y el sujeto agotado, desgastado por la evaluación constante contra estándares imposibles. La perspectiva más inquietante surge entre estas posiciones: ambas representan diferentes estrategias de supervivencia dentro del mismo sistema patológico.
El síntoma colectivo se manifiesta como crecimiento numérico acompañado de empobrecimiento experiencial. Medimos todo excepto lo que importa: la capacidad de empatía, colaboración y comunidad. La genialidad del sistema radica en convertir incluso estos valores en métricas performativas.
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