S₂: El saber encarnado que sostiene el mundo
- Admin
- 23 abr
- 1 Min. de lectura
Nuestro cuerpo siempre supo lo que nuestra mente oculta. El síntoma no es ignorancia, sino precisión matemática de un saber que rechazamos reconocer.

El saber que realmente importa no habita en libros sino en cuerpos. Manos que saben doblar masa sin medir ingredientes, dedos que recorren un instrumento sin pensar en notas musicales, cuerpos que bailan sin contar tiempos. Este S₂ lacaniano precede y excede cualquier teorización; es el conocimiento incorporado que sostiene secretamente nuestra existencia cotidiana mientras permanece invisible a la mirada universitaria. Como el sistema circulatorio que transporta vida sin hacerse notar, este saber-hacer pulsa bajo la superficie de toda cultura, manteniendo en pie estructuras que los arquitectos jamás podrían diseñar solos.
La paradoja constitutiva es que este saber alcanza su máxima eficacia precisamente cuando no se sabe a sí mismo. El carpintero que debe pensar cada movimiento ya ha perdido el verdadero saber de sus manos; el amante que teoriza durante el abrazo ya está fuera de la experiencia que pretende mejorar. La conciencia no perfecciona este conocimiento sino que lo interfiere – como la ciempiés que, interrogada sobre cómo coordina sus patas, tropieza por primera vez al intentar responder la pregunta.
El analizante llega siempre proclamando no saber qué le ocurre, mientras su síntoma despliega un saber perfectamente articulado sobre lo que no puede simbolizar. Su cuerpo sabe exactamente dónde debe producir el dolor, qué situaciones debe evitar, qué frases debe repetir compulsivamente. El trabajo analítico consiste precisamente en reconocer este saber inconsciente que habla a través del síntoma, no para dominarlo con teoría, sino para permitir que este conocimiento encarnado encuentre nuevas formas de circulación menos dolorosas.
Comments