Mas allá de la felicidad perpetua
- Admin
- 8 feb 2024
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La práctica clínica revela una verdad incómoda: buscamos la terapia para eliminar síntomas, pero su verdadero valor emerge cuando abandonamos esta fantasía de cura absoluta. El paciente llega pidiendo alivio inmediato y descubre un laboratorio de autoconocimiento; como quien entra a un hospital por una fractura y termina sometido a un estudio completo de su organismo. La terapia efectiva opera en esta paradoja: alivia el síntoma mientras expone sus raíces en terrenos más profundos.
El consultorio psicoanalítico funciona como un microcosmos relacional: allí donde el paciente reproduce sus patrones vinculares, encuentra también la posibilidad de transformarlos. Las defensas que una vez protegieron ahora asfixian; las narrativas que antes estructuraban ahora limitan. Es precisamente en este espacio liminal donde surge la agencia: no como dominio absoluto sobre uno mismo, sino como capacidad para habitar la ambigüedad sin desintegrarse.
La gestión de emociones revela otra paradoja fundamental: sentir plenamente requiere cierta distancia de los sentimientos. En la clínica observamos cómo pacientes que huyen del dolor terminan anestesiados ante toda experiencia. La terapia no nos hace inmunes al sufrimiento: nos enseña a convertirlo en materia prima para dar sentido.
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