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Palabras en libertad

  • Foto del escritor: Admin
    Admin
  • 23 abr
  • 1 Min. de lectura

Donde la palabra pública agoniza, el inconsciente enmudece. El psicoanálisis no es solo víctima del totalitarismo: es su antagonista estructural.



La palabra es el instrumento primordial del psicoanálisis, pero no cualquier palabra. Se trata de aquella que emerge sin restricciones, la que sorprende incluso a quien la pronuncia. El inconsciente requiere territorios seguros para manifestarse, como el pájaro necesita espacio abierto para desplegar sus alas. Sin garantías de libertad, lo reprimido permanece en las sombras.


El dispositivo analítico opera bajo una contradicción fundamental: exige un hablar sin límites dentro de un encuadre rigurosamente limitado. Esta paradoja solo es sostenible cuando el pacto social garantiza que ninguna palabra será castigada por su contenido perturbador. El encuadre protege, pero solo la democracia legitima ese pacto singular que llamamos transferencia.


La clínica contemporánea confirma que bajo regímenes autoritarios, el psicoanálisis se deforma o desaparece. Cuando las palabras deben pasar por el filtro del miedo, el analista deviene involuntariamente cómplice del poder. El inconsciente, como territorio íntimo, requiere para su exploración el mismo oxígeno que la vida pública: la libertad de decir.



 
 
 

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