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Las palabras del umbral.

  • Foto del escritor: Psicotepec
    Psicotepec
  • 20 jul
  • 2 Min. de lectura

Entre sueño y vigilia, los niños hablan sin saber. Ahí nace el inconsciente.


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Monólogo hypnopompique: Las palabras del umbral.


Entre el sueño y la vigilia existe un territorio extraño donde los niños muy pequeños despliegan soliloquios extraordinarios. Sin destinatario aparente, sin lógica reconocible, pero con una precisión que asombra a quienes logran capturarlos. Roman Jakobson suplicó durante diez años a sus estudiantes que pusieran grabadores en los cuartos infantiles hasta que finalmente alguien registró estos "monólogos primordiales" que Lacan llamó hypnopompiques: del estado de duermevela previo al despertar (Peusner, 2006, p. 128).


La paradoja desconcertante: estos monólogos solo emergen en soledad absoluta, pero revelan la estructura más social del lenguaje. Si hay alguien más en la habitación —hermano, padre, cualquier presencia humana— el fenómeno desaparece. Como si la Otra escena del inconsciente requiriera la ausencia de toda escena real para manifestarse. Los niños hablan en este umbral porque aún no han aprendido que el lenguaje "pertenece" a alguien.


Peusner (2006) subraya que estos monólogos ofrecen "la prueba experimental de la idea que siempre anticipé ante vosotros, que el inconsciente es esencialmente efecto del significante" (p. 131). Aquí se captura in statu nascendi el primer juego del significante, antes de que la educación instale la división entre emisor y receptor. El niño hypnopompique no habla para comunicar sino porque el lenguaje lo habla, como medium de una estructura que lo precede y lo determina.


Estos soliloquios del umbral revelan algo fundamental sobre la naturaleza del sujeto: no nacemos hablando sino siendo hablados. El monólogo hypnopompique es la evidencia más pura de que el inconsciente opera como discurso del Otro antes de que el yo se constituya como instancia represora. En estas palabras flotantes del duermevela escuchamos al significante en estado salvaje, anterior a toda domesticación pedagógica.


La experiencia analítica busca recuperar esta dimensión perdida: el momento en que las palabras nos sorprenden viniendo de ninguna parte. Cuando el analizante dice "no sé por qué se me ocurrió eso", está reencontrando la posición del niño hypnopompique que habla sin saber que habla.


Referencias


Peusner, P. (2006). Fundamentos de la clínica psicoanalítica lacaniana con niños: De la interpretación a la transferencia. Letra Viva.


Psicoterapia
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