La violencia de lo puro
- Admin
- 4 feb
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El sueño de la pureza persigue al pensamiento occidental como un veneno hermoso: cuanto más perseguimos la fantasía de un sujeto inmaculado, más violencia infligimos sobre la desordenada realidad de la existencia humana. Esto no es un accidente de la filosofía sino su gesto fundacional: la creencia de que en algún lugar, bajo el caos de la experiencia, yace un ser puro y esencial esperando ser descubierto. Cada intento de alcanzar esta pureza mítica deja un rastro de cuerpos rotos y almas destrozadas.
La metafísica del sujeto puro opera mediante una doble violencia: primero declarando la impureza como una desviación a corregir, luego convirtiendo esta corrección en imperativo ético. Vemos esta lógica operando en todas partes: en sistemas educativos que estandarizan mentes, en programas sociales que normalizan conductas, en ideales culturales que patologizan la diferencia. La búsqueda de la pureza siempre requiere la eliminación de lo considerado impuro.
El verdadero horror no reside en nuestro fracaso para alcanzar este sujeto puro sino en la devastación creada por la persecución interminable de este ideal imposible. Cada genocidio, cada limpieza étnica, cada programa de purificación social comienza con este sueño metafísico: que si tan solo pudiéramos eliminar los elementos impuros, finalmente llegaríamos a la prístina esencia del ser. La violencia no está en la ejecución sino en el ideal mismo.
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