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La sustancia como Otro

  • Foto del escritor: Admin
    Admin
  • 13 ene
  • 1 Min. de lectura


La adicción nunca es meramente una relación entre un sujeto y una sustancia. Es siempre, en su núcleo más íntimo, el testimonio de un desencuentro fundamental con el Otro. Donde debería haber existido un vínculo sostenedor, donde la palabra debería haber funcionado como puente hacia el otro, se instaló un vacío que la sustancia viene a ocupar con su presencia química infalible. La droga no falla, no malinterpreta, no abandona: está siempre ahí, con una consistencia que ningún ser humano puede prometer.


Este reemplazo del Otro por la sustancia revela una lógica implacable: ante el dolor de los desencuentros, ante la marca de las ausencias o los excesos del Otro, el adicto encuentra en la sustancia una respuesta que no requiere el riesgo de la intersubjetividad. La droga se convierte en un interlocutor perfecto, un Otro sin fallas que responde siempre de la misma manera, que nunca decepciona con su diferencia o su deseo propio.


El análisis propone algo radicalmente distinto: la posibilidad de volver a ese punto de desencuentro original no para borrarlo, sino para reescribirlo. No se trata de sustituir la adicción por una nueva dependencia, sino de crear las condiciones para que el sujeto pueda construir una nueva forma de vincularse con el Otro, una que incluya la posibilidad del desencuentro sin que este sea devastador. La verdadera cura no está en eliminar la sustancia, sino en restaurar la capacidad de sostener vínculos con otros imperfectos pero reales.


 
 
 

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