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La paradoja de lo universal

  • Foto del escritor: Admin
    Admin
  • 3 feb
  • 1 Min. de lectura


Existe una fantasía persistente en nuestro tiempo: la de una universalidad que borra diferencias, que uniformiza experiencias, que aplana singularidades. Pero la verdadera universalidad opera de manera radicalmente distinta: no elimina las diferencias sino que las atraviesa, encontrando lo común precisamente en el reconocimiento de lo que nos separa.


El pensamiento genuinamente universal no surge de ignorar las fracturas que nos dividen, sino de confrontarlas en toda su crudeza. Es precisamente cuando reconocemos la profundidad de nuestras diferencias cuando podemos comenzar a construir puentes reales, no simulacros de entendimiento. Lo común no preexiste al encuentro: emerge como consecuencia de atravesar lo que nos distingue.


La paradoja es que solo podemos alcanzar lo universal a través de lo particular, solo llegamos a lo común mediante el reconocimiento de lo singular. Una universalidad que no puede contener diferencias no es más que totalitarismo disfrazado. El verdadero pensamiento común no es un punto de partida sino una construcción que surge de mirar de frente nuestras diferencias.


 
 
 

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