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La fractura interior

  • Foto del escritor: Admin
    Admin
  • 31 oct 2024
  • 1 Min. de lectura

Actualizado: 14 feb



En el núcleo de nuestro ser reside una fractura fundamental, una fisura que habla de nuestra incompletitud inherente. Esta grieta en nuestra base existencial no es un defecto a corregir, sino una puerta por la cual la presencia de los demás se vuelve esencial. Somos, por naturaleza, insuficientes por nosotros mismos y necesitamos el apoyo, el reconocimiento y la conexión con quienes nos rodean para realmente florecer.


Esta realización —que no somos unidades autosuficientes, sino seres interconectados— puede ser tanto humillante como liberadora. Desafía nuestras tendencias narcisistas, la ilusión de autosuficiencia que a menudo nos mantiene aislados e insatisfechos. Al reconocer nuestra dependencia de los demás, nos abrimos a una forma de ser más auténtica, una que abraza la vulnerabilidad como una fortaleza en lugar de una debilidad.


Es en este reconocimiento de nuestra naturaleza fracturada donde se siembran las semillas del amor. Al renunciar a la búsqueda de una plenitud imposible, creamos espacio para la conexión genuina. El amor, en su forma más pura, surge no de dos individuos completos que se encuentran, sino del apoyo mutuo y la aceptación de nuestra incompletitud compartida. En esta danza de necesidad y cuidado recíprocos, encontramos no solo compañía, sino una profunda afirmación de nuestra humanidad. Referencias Lacan, J. (2010). El Seminario 11: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Paidós. (Seminario impartido en 1964)


 
 
 

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