La arbitrariedad del poder
- Admin
- 20 ene
- 1 Min. de lectura

La clínica contemporánea nos enfrenta constantemente con esta verdad incómoda: el poder del discurso del amo no reside en su racionalidad ni en su justicia, sino en su pura arbitrariedad. No necesita tener sentido para funcionar; funciona precisamente porque puede prescindir del sentido. Su autoridad no emerge de la lógica de sus argumentos sino de su capacidad de imponerse sin necesidad de argumentar.
Lo que hace eficaz a este discurso es precisamente su indiferencia hacia la coherencia o la justificación. El amo no dice "esto es así porque..." sino simplemente "esto es así". La ausencia de justificación no es una debilidad de este discurso sino su fuerza: al no depender de razones, se vuelve inmune a los cuestionamientos racionales. El poder se sostiene en su propio ejercicio, no en su legitimidad.
La paradoja es que cuanto más arbitrario es el mandato, más efectivo resulta. El discurso del amo produce obediencia no a pesar de su sinsentido, sino gracias a él. Su capacidad de reinar no depende de su contenido sino de su forma pura de imposición. Es un discurso que no busca convencer sino someter, no aspira a la verdad sino al dominio.
Comments