Euforia sin motivo.
- Psicotepec

- 20 jul
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Drogamos la tristeza en lugar de cambiar las condiciones que la producen. Euforia química: confesión de vidas que no dan motivos reales para la alegría.

Euforia sin motivo.
Las sustancias festivas revelan la pobreza celebratoria de nuestro tiempo. Cuando las circunstancias no justifican alegría, la química la fabrica por decreto farmacológico. MDMA, cocaína y anfetaminas construyen artificialmente los estados que antes emergían de acontecimientos reales: triunfos compartidos, encuentros amorosos, logros colectivos. Hoy celebramos la celebración misma, vaciada de contenido pero inflada químicamente hasta simular plenitud.
Esta demanda eufórica denuncia un déficit estructural: vivimos vidas que no generan motivos auténticos de gozo. Como actores que necesitan estimulantes para interpretar personajes felices, recurrimos a drogas que nos permitan sentir lo que nuestras existencias concretas no proporcionan. La paradoja es brutal: químicos diseñados para intensificar experiencias extraordinarias ahora compensan la ausencia de experiencias dignas de intensificación.
El fenómeno revela cómo el capitalismo tardío produjo sujetos que deben consumir sus propios estados emocionales. Ya no esperamos que la vida nos provea razones para la alegría; compramos directamente la alegría desconectada de sus causas naturales. Las fiestas contemporáneas son laboratorios donde se experimenta con humores artificiales, simulacros de celebración que confirman precisamente la ausencia de aquello que merecería ser celebrado.




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