El rostro como resistencia
- Admin
- 23 abr
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Todo rostro es una rebelión silenciosa contra las categorías que pretenden domesticarlo a imagen y semejanza de mis certezas.
Los rostros que encontramos no son lienzos en blanco sino territorios ya rebelados contra nuestra colonización conceptual. Cada arruga, cicatriz y gesto constituye una insurrección silenciosa contra los moldes interpretativos que llevamos como anteojos invisibles. Lo verdaderamente inquietante del rostro ajeno no es su diferencia, sino su resistencia a convertirse en confirmación de nuestras taxonomías cotidianas.
Levinas (2002) comprendió que el rostro es precisamente aquello que excede cualquier totalización. La paradoja fundamental reside en que cuanto más intentamos capturar al otro en nuestras categorías, más se revela como infinito, como excedente irreductible. Cada mirada es una emboscada tendida a nuestros sistemas explicativos, una fuga permanente de nuestros archivos clasificatorios que desafía la pretensión de convertir lo humano en dato interpretable.
El sujeto contemporáneo, entrenado en el consumo veloz de imágenes, confunde ver con comprender. Reducimos rostros a selfies, expresiones a emojis, singularidades a perfiles. Nuestra hipervisualidad tecnológica paradójicamente nos ciega ante lo que Levinas llamaba "la epifanía del rostro": ese momento en que el otro deja de ser objeto y deviene mandato ético, llamada inescapable que ningún algoritmo puede procesar.
Referencias
Levinas, E. (2002). Totalidad e infinito: Ensayo sobre la exterioridad. (A. Leyte, Trad.). Sígueme. (Trabajo original publicado en 1961).
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