El precio de la verdad
- Admin
- 6 ene
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Vivimos en una época obsesionada con eliminar la angustia. La industria del bienestar promete liberarnos de toda incomodidad, llenar cada vacío, suturar cada grieta en nuestra existencia. Como si la angustia fuera un error de fabricación que pudiera ser corregido con la técnica adecuada, la píldora correcta, el mantra preciso. Una promesa tan seductora como imposible.
El psicoanálisis no se suma a este coro de vendedores de serenidad. Nos dice algo más incómodo: la angustia es el precio que pagamos por reconocer la falta que nos constituye. No es un defecto a corregir, sino la señal de que estamos cerca de una verdad fundamental sobre nuestra condición. Es el temblor que sentimos cuando las certezas imaginarias se agrietan y vislumbramos el vacío que habita en el centro de nuestro ser.
Lo que el análisis propone no es eliminar esta angustia, sino transformar nuestra relación con ella. Aprender a habitarla no como una catástrofe que debe ser evitada, sino como una brújula que señala hacia nuestra verdad más íntima. La angustia se convierte así no en algo a superar, sino en una compañera inevitable en el camino hacia una existencia más auténtica.
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