El espejismo del deseo
- Admin
- 18 ene
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El mercado nos quiere hacer creer que deseamos objetos, cuando en realidad lo que buscamos es la mirada del otro. No compramos cosas: compramos la forma en que imaginamos que otros nos verán al poseerlas. El último iPhone no es un teléfono: es la promesa de pertenecer a ese lugar donde otros nos desean. La trampa es perfecta porque confundimos el objeto con lo que verdaderamente buscamos: el deseo del otro.
Esta es la paradoja que el capitalismo explota magistralmente: nos vende objetos pretendiendo que son lo que deseamos, cuando en realidad lo que queremos es que otros deseen nuestro deseo. El mercado funciona como un espejo infinito donde los deseos se reflejan y se confunden, donde cada nuevo producto promete ser la llave para que otros nos miren como queremos ser mirados.
El deseo nunca es directo ni simple: siempre está triangulado por la mirada del otro. Deseamos lo que otros desean, y lo deseamos precisamente porque otros lo desean. Esta es la verdad incómoda que el marketing oculta: no hay deseo puramente individual, todo deseo es social, todo deseo es político. Somos sujetos deseantes porque somos sujetos deseados.
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