El culto de lo excedente.
- Psicotepec

- 20 jul
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Adoramos residuos porque hemos perdido acceso a los objetos reales. El surplus se volvió sagrado cuando lo sustancial se volvió inaccesible.

El culto de lo excedente.
Vivimos tiempos donde los desechos han ascendido al altar de la adoración colectiva. Nuestra cultura ha invertido radicalmente las jerarquías tradicionales: lo que antes se descartaba después del consumo ahora se convierte en el objeto mismo del culto. Como sociedades que construyen templos con basura, elevamos a divinidades aquello que debería permanecer en los márgenes como residuo natural de toda actividad humana.
Esta operación revela algo perturbador sobre la economía libidinal contemporánea. El surplus no es accidental sino estructural: lo producimos deliberadamente para tener algo que adorar. Como coleccionistas obsesivos que acumulan envolturas vacías, desarrollamos rituales sofisticados alrededor de elementos que tradicionalmente no merecían atención. Los influencers que muestran sus desperdicios alimentarios, las marcas que venden productos diseñados para romperse, los festivales que celebran el despilfarro mismo: todo testimonia esta inversión cultural donde el exceso se ha vuelto sagrado.
La clínica recibe las consecuencias de esta adoración invertida: sujetos que han perdido la capacidad de distinguir entre lo esencial y lo superfluo, entre nutrición y desperdicio, entre deseo y acumulación compulsiva. Se drogan con los residuos de experiencias que nunca tuvieron completamente, convirtiendo las sobras en el plato principal de sus vidas emocionales.




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