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Cuando los niños hablan con sus síntomas.

  • Foto del escritor: Psicotepec
    Psicotepec
  • 20 jul
  • 2 Min. de lectura

El niño que no puede sufrir su neurosis tranquilo, la sufrirá para siempre intranquilo.


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El sufrimiento que no se medica: Cuando los niños hablan con sus síntomas.


Los niños contemporáneos sufren en tiempos de medicación masiva. Cada berrinche puede convertirse en trastorno de conducta, cada distracción en déficit atencional, cada tristeza en depresión infantil. Los adultos, armados con manuales diagnósticos y esperanzas farmacológicas, buscan desesperadamente silenciar lo que Peusner (2009) denomina "el sufrimiento de los niños" (p. 17). Pero este sufrimiento no es una patología a eliminar sino una estructura a descifrar, no un síntoma a medicar sino una palabra a escuchar.


La paradoja de nuestra época radica en que mientras más recursos tenemos para aliviar el sufrimiento infantil, menos toleramos su presencia. Los padres llegan al consultorio pidiendo la píldora mágica que devuelva la tranquilidad al hogar, como si el síntoma del niño fuera un accidente técnico corregible con la intervención adecuada. Sin embargo, como señala Peusner (2009), el sufrimiento porta un "equívoco gramatical" fundamental: los niños sufren pero también hacen sufrir (p. 17). Esta doble vertiente revela que el síntoma infantil no es un fenómeno aislado sino una formación que involucra a toda la constelación familiar.


El concepto de "sufrimiento de los niños" que desarrolla Peusner (2009) permite pensar la especificidad temporal de la infancia sin reducirla a un déficit o inmadurez. Se trata de un tiempo particular donde "la actualidad de un goce sexual localizado en el cuerpo" convive con "la anterioridad que éste supone en tanto no hay disponibilidad para su uso en relación al Otro" (p. 20). El niño puede pero debe esperar, dispone de un cuerpo sexuado pero carece de los medios simbólicos para ponerlo en juego con efectividad. Esta tensión temporal genera lo que podríamos llamar una "economía del diferimiento" que estructura toda la experiencia infantil.


La Organización Genital Infantil funciona como una "demanda de trabajo al aparato psíquico" (Peusner, 2009, p. 54) que pone en movimiento lo que el autor denomina "maquinaria permutativa". Las escenas que el niño despliega en su juego, sus dibujos, sus relatos y sus síntomas no son manifestaciones caóticas sino elaboraciones sistemáticas de esta cantidad que exige tramitación. Como afirma Peusner (2009), "las permutaciones no son infinitas, es decir, admiten un factorial" (p. 52), lo que significa que el sufrimiento infantil tiene estructura y, por tanto, final.


La clínica actual revela una paradoja inquietante: los niños que más sufren son aquellos a quienes se les impide sufrir. Cuando los adultos interrumpen prematuramente la elaboración sintomática mediante medicación o intervenciones conductuales, el aparato psíquico queda privado de sus recursos naturales de tramitación. El síntoma no desaparece sino que se cronifica, se desplaza o retorna bajo formas más complejas. La experiencia analítica enseña que el sufrimiento infantil no se cura sino que se analiza, no se elimina sino que se despliega hasta encontrar su punto de resolución estructural.


Referencias


Peusner, P. (2006). Fundamentos de la clínica psicoanalítica lacaniana con niños. JVE Editor.

Peusner, P. (2009). El sufrimiento de los niños (2ª ed.). JVE Editor.


Psicoterapia
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