Combustible festivo.
- Psicotepec

- 19 ago
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Drogamos la tristeza en lugar de cambiar las condiciones que la producen. Euforia química: confesión de vidas vacías.

Combustible festivo.
La euforia se industrializó. Donde antes había motivos reales para celebrar, ahora fabricamos químicamente los estados que las circunstancias niegan. Cocaína, éxtasis y estimulantes construyen artificialmente las emociones que deberían emerger de acontecimientos verdaderos: logros compartidos, encuentros amorosos, triunfos colectivos. Como actores que necesitan drogas para interpretar personajes felices, consumimos sustancias que simulan lo que nuestras vidas concretas no proporcionan.
Esta demanda eufórica revela la pobreza celebratoria contemporánea. Paradójicamente, cuantos más objetos de satisfacción acumulamos, menos motivos auténticos encontramos para la alegría genuina. El mercado vende directamente los estados emocionales desconectados de sus causas naturales, transformando sentimientos en mercancías. Las fiestas contemporáneas son laboratorios donde se experimenta con humores artificiales, confirmando precisamente la ausencia de aquello que merecería ser celebrado.
La clínica contemporánea recibe sujetos exhaustos de fingir celebraciones que nunca sintieron. Cada adicción a drogas festivas testimonia vidas que no generan motivos reales de gozo. El verdadero trabajo terapéutico no consiste en eliminar sustancias sino en interrogar qué condiciones existenciales requieren alteración química para ser soportadas.




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