Química sin metáfora
- Admin
- 3 may
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La droga no cura el dolor, solo silencia al narrador. Cuando eliminamos los síntomas sin escucharlos, amputamos capítulos enteros de nuestra historia.

Química sin metáfora
El adicto busca felicidad directa mientras descarta la posibilidad misma de simbolizar su sufrimiento. Como quien instala un puente donde debería existir un río, sustituye la travesía elaborativa por un atajo químico que promete destino sin viaje. El malestar queda así desactivado pero no transformado, silenciado pero nunca realmente escuchado.
La economía libidinal del toxicómano opera mediante esta paradoja fundamental: cuanto más exitosamente elimina el síntoma, más radicalmente fracasa en su función subjetiva. Mientras el neurótico tradicional teje compromisos entre deseo y prohibición —construyendo síntomas como quien edifica casas habitables en terreno imposible— el adicto compra soluciones prefabricadas que desarman la arquitectura misma del sujeto deseante.
La clínica contemporánea enfrenta este dilema: ¿cómo reintroducir la producción simbólica donde la química ha instalado cortocircuitos? El analista debe convertirse en abogado del síntoma, defendiendo el derecho fundamental a construir metáforas donde el mercado solo ofrece moléculas. Un sujeto sin síntomas es un sujeto sin texto.
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