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Placer sin límites

  • Foto del escritor: Admin
    Admin
  • 13 may
  • 1 Min. de lectura

La dictadura del placer nos exige felicidad constante mientras produce tristeza masiva. Somos prisioneros sonrientes de nuestra propia libertad.


Placer sin límites


Todo lo estable se derrumba cuando el placer excesivo se vuelve brújula de la existencia. Matrimonios, familias e incluso cuerpos se transforman bajo este nuevo mandato social: "¡disfruta a toda costa!". En este paisaje de intensidades fugaces, lo colectivo se desvanece mientras perseguimos satisfacciones inmediatas que nunca sacian el hambre que pretenden calmar.


La contradicción es reveladora: cuantas más opciones de disfrute tenemos disponibles, menos capacidad para experimentar satisfacción duradera desarrollamos. El mercado abastece infinitamente nuestros apetitos mientras nuestros vínculos —aquello que verdaderamente nutre— se diluyen como azúcar en agua. La abundancia material alimenta nuestra pobreza simbólica.


La clínica contemporánea acoge a personas agotadas por esta persecución interminable. Ya no sufren por prohibiciones sino por la permisividad absoluta; no por represión sino por la angustia de tener que disfrutar siempre. El consultorio se convierte en el último espacio donde el malestar puede expresarse sin ser inmediatamente medicado con más consumo.



 
 
 

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