Más allá del sistema
- Admin
- 20 ene
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Existe una confusión frecuente que la clínica actual nos obliga a clarificar: el discurso no es simplemente lenguaje. Mientras el lenguaje opera como un sistema formal de signos y reglas, el discurso es ese punto donde la palabra se entrelaza con el deseo, donde la gramática se encuentra con la subjetividad. No hablamos solo con el código lingüístico: hablamos desde las heridas, desde los vacíos, desde las identificaciones que nos constituyen.
El lenguaje puede estudiarse como estructura abstracta, pero el discurso siempre implica un sujeto que se juega en lo que dice. Cada vez que hablamos, no solo transmitimos información: revelamos nuestra posición subjetiva, nuestras identificaciones inconscientes, nuestra manera singular de habitar el mundo simbólico. El discurso es el lenguaje atravesado por el deseo.
Lo que nos constituye como sujetos no es el dominio de un sistema lingüístico, sino nuestra forma única de estar atrapados en el discurso. El analizante no sufre de un mal uso del lenguaje: sufre por su posición en el discurso, por el lugar desde donde habla y desde donde es hablado. El análisis opera precisamente en esta dimensión, donde el decir excede siempre a lo dicho.
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