La revolución del encuentro
- Admin
- 3 feb
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Nos hemos acostumbrado a pensar que la radicalidad está en la polarización, que la fuerza reside en la capacidad de excluir al otro, de marcarlo como enemigo. La verdadera revolución de nuestro tiempo, sin embargo, consiste precisamente en lo contrario: en el acto subversivo de buscar lo común en medio de la diferencia. No hay nada más radical que tender puentes donde otros construyen muros.
La búsqueda de lo universal no es una forma de cobardía ni un intento de diluir conflictos. Es, por el contrario, el acto más valiente: reconocer en el otro, incluso en aquel que nos antagoniza, una humanidad que nos interpela. Los verdaderos revolucionarios de nuestra época no son quienes gritan más fuerte desde sus trincheras, sino quienes se atreven a cruzar las líneas divisorias.
La paradoja es que lo común no surge de minimizar diferencias sino de reconocerlas en toda su magnitud. Solo cuando aceptamos que el otro es radicalmente diferente, podemos comenzar a construir una universalidad auténtica. El diálogo real no comienza en el acuerdo sino en la aceptación profunda del desacuerdo.
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