La revelación que inquieta
- Admin
- 6 ene
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La gente llega al análisis esperando acumular conocimientos sobre sí misma, como quien colecciona datos en una enciclopedia personal. Buscan explicaciones, categorías, etiquetas que les permitan ordenar el caos de su experiencia. Pero el psicoanálisis opera en una lógica radicalmente distinta: no viene a añadir información, sino a revelar ese saber perturbador que ya nos habita y que nos resistimos a reconocer. No es un proceso de adquisición, sino de encuentro con lo que siempre estuvo allí.
Este saber no es del orden del conocimiento académico ni de la comprensión intelectual. Es más bien un saber que emerge como revelación, que sacude los cimientos de nuestras certezas más arraigadas. Se manifiesta en esos momentos inquietantes donde algo de nuestra verdad se hace presente, donde lo familiar se vuelve extraño y lo que creíamos conocer se revela bajo una luz perturbadoramente nueva.
La paradoja del análisis es que no busca iluminar zonas oscuras con nueva información, sino permitir que emerja la verdad que ya nos atraviesa y que hemos pasado la vida evitando. Es un proceso que nos despoja de las capas de autoengaño que hemos construido precisamente para no saber lo que, en el fondo, siempre hemos sabido. El verdadero saber analítico no suma, resta: elimina las defensas que nos protegen de nuestra propia verdad.
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