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La raíz carnal

  • Foto del escritor: Admin
    Admin
  • 5 may
  • 1 Min. de lectura

El cuerpo no transporta la psique sino que la engendra; no es el escenario de lo mental sino su raíz primordial. Ignorarlo es intentar entender el árbol negando la semilla.



La raíz carnal


Creemos poseer un cuerpo cuando en realidad es él quien nos posee a nosotros. Nos seduce la ilusión de que habitamos una materia subordinada a nuestra voluntad, pero la verdad resulta más perturbadora: somos el producto de una carne que nos precede y determina. El pensamiento no conquista al cuerpo; brota de sus entrañas como consecuencia inevitable.


La constitución psíquica emerge de la experiencia corporal primaria, no como simple derivado sino como elaboración compleja de sensaciones que conforman nuestra primera cartografía mental. Paradójicamente, cuanto más intentamos trascender nuestra materialidad mediante abstracciones, más revelamos nuestra dependencia de ese sustrato físico que posibilita el pensamiento mismo. El cuerpo no es prisión del espíritu sino su condición de posibilidad más radical.


El analista contemporáneo reconoce que cualquier intervención que ignore esta verdad fundacional está condenada al fracaso terapéutico. Los síntomas hablan a través de la carne antes de encontrar palabras, y la transferencia ocurre primero como resonancia somática entre dos presencias corporales. Restaurar la dignidad epistemológica del cuerpo implica reconocer que no estamos ante un vehículo pasivo, sino frente al arquitecto silencioso de nuestra subjetividad.





 
 
 

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