top of page

La máquina del goce

  • Foto del escritor: Admin
    Admin
  • 20 ene
  • 1 Min. de lectura

Actualizado: 25 ene



El discurso capitalista opera como un programador implacable de nuestro deseo. No se limita a vendernos objetos: nos instala la sensación de necesitarlos, de que sin ellos algo nos falta. Como un algoritmo perverso, anticipa nuestros "deseos" antes de que siquiera surjan, creando una sed perpetua que ningún objeto puede realmente saciar.


Lo que la clínica contemporánea revela es la trampa de este dispositivo: cada objeto de consumo promete una satisfacción que, al ser inalcanzable, nos empuja hacia el siguiente objeto en una cadena infinita. No es un ciclo de deseo sino de goce: esa satisfacción paradójica que, en su repetición compulsiva, produce más malestar que placer. El último iPhone no es un objeto: es un engranaje en esta maquinaria de goce.


La paradoja es que este sistema no funciona a pesar de su fracaso, sino gracias a él. Cada promesa incumplida de satisfacción nos empuja a buscar el próximo objeto, el próximo gadget, la próxima experiencia que promete ser "la definitiva". El capitalismo no vende productos: comercia con promesas de completitud que, al fracasar, alimentan su propia continuidad.


 
 
 

Comments

Rated 0 out of 5 stars.
No ratings yet

Add a rating
bottom of page