La extinción en el umbral del cambio
- Admin
- 27 mar
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La resistencia al cambio no es mera comodidad ni obstinación. Observamos sujetos paralizados ante umbrales que podrían cruzar con facilidad aparente: el nuevo empleo, la ruptura amorosa, la mudanza de ciudad. El cuerpo registra señales de alarma desproporcionadas ante posibilidades que la razón cataloga como benignas o incluso deseables. El miedo se adhiere a la piel como sudor frío, mientras las piernas se niegan a avanzar hacia lo desconocido.
Toda transformación genuina exige un sacrificio identitario. La paradoja del cambio radica precisamente en su demanda contradictoria: para acceder a lo nuevo debemos aniquilar algo de lo viejo que somos. No tememos el resultado del cambio sino el proceso mismo de conversión, ese instante de disolución donde no somos ni lo que fuimos ni lo que seremos. Como la oruga que debe licuarse completamente para emerger mariposa.
La experiencia analítica nos muestra que la aversión al cambio esconde un terror existencial legítimo. El analizante que evita la transformación no protege su comodidad sino su continuidad ontológica. Intuye correctamente que tras cada umbral significativo acecha una pequeña muerte, un acto que dividirá su biografía en un antes y un después irreconciliables, habitados por sujetos que comparten nombre pero no identidad.
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