La expropiación originaria: El nacimiento del discurso filosófico (3)5)
- Admin
- 23 abr
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Cada concepto filosófico esconde un delito prehistórico: el secuestro de manos que sabían hacer por bocas que solo saben explicar lo hecho.

El conocimiento siempre ha circulado en los cuerpos antes que en las mentes. Manos callosas que transforman madera en mesa, arcilla en vasija, piedra en templo – ahí residía el saber verdadero en la antigua Grecia. El esclavo no teorizaba la geometría: la materializaba tallando columnas perfectamente proporcionadas. El amo, fascinado y aterrado por este poder concreto que no poseía, emprendió entonces la operación fundacional del pensamiento occidental: convertir el hacer en decir, la técnica corporal en abstracción verbal, el conocimiento encarnado en teoría descarnada.
La paradoja central es que esta apropiación violenta se presenta como liberación. Cuando Sócrates interroga al joven esclavo en el Menón, aparentemente "descubre" conocimientos innatos, mientras realmente ejecuta un secuestro cognitivo. El maestro no enseña verdades; extrae prácticas corporales que transmuta en conceptos, realizando una alquimia perversa donde el oro del saber-hacer se convierte en la moneda abstracta del saber-decir, acuñada con la efigie del filósofo que jamás construyó templo alguno.
El analizante contemporáneo reproduce inconscientemente este discurso originario cuando busca desesperadamente que el analista nombre su sufrimiento. "Dígame qué me pasa", suplica, esperando ese momento de captura donde su experiencia vivida será convertida en teoría clasificable. La intervención analítica auténtica consiste precisamente en frustrar esta demanda, rehusándose a ejecutar ese robo ancestral, permitiendo que el cuerpo parlante del analizante recupere la dignidad de su saber no secuestrable por ningún discurso teórico.
Referencias
Lacan, J. (2008). El seminario de Jacques Lacan, libro XVII: El reverso del psicoanálisis. Paidós.
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