El carrusel del consumo
- Admin
- 21 sept 2024
- 1 Min. de lectura
Actualizado: 25 feb

El sujeto consumidor habita una paradoja: cree satisfacer necesidades mientras alimenta compulsiones. No es mera transacción económica sino síntoma de un malestar más profundo: cada adquisición promete plenitud pero entrega vacío. El consumo devora experiencias, objetos y relaciones con idéntica voracidad, transformándose en un camaleón existencial que coloniza cada rincón subjetivo.
La observación clínica revela un patrón inquietante: el ciclo consumo-insatisfacción-nuevo consumo replica perfectamente la estructura adictiva. La economía psíquica del "uno más" nunca alcanza saciedad: cada objeto conquistado pierde inmediatamente su brillo, convirtiéndose en resto insignificante. El sujeto corre incesantemente en la cinta estática del deseo mercantilizado.
El consumo compulsivo aparece como solución fallida ante la angustia del vacío: intenta llenar con objetos lo que solo puede resolverse en el campo del sentido. La paradoja terminal: cuanto más consumimos para calmar la ansiedad, más se intensifica el malestar que pretendíamos aliviar.
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