La ética del acompañamiento
- Admin
- 29 dic 2024
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La ética del analista exige una profunda renuncia: el abandono de cualquier deseo de dirigir, moldear o determinar el camino vital del analizante. A diferencia de un mentor que guía o un maestro que instruye, el analista abraza una posición única de acompañamiento que conscientemente resiste la tentación de liderar. Esta postura ética requiere una práctica continua de contención, reconociendo que la verdadera liberación emerge no de la guía, sino del espacio para descubrir el propio camino.
La belleza de esta relación reside en su inherente temporalidad. El analista camina junto al analizante con el claro entendimiento de que su presencia es provisional, que el viaje conjunto naturalmente concluirá cuando ya no sea necesario. Esta consciencia transforma la relación analítica en algo raro en nuestro mundo directivo: un espacio donde uno puede simplemente ser, sin la presión de conformarse a la visión o expectativas de otro.
Quizás el aspecto más liberador de esta posición ética es la negativa deliberada a decirle al otro qué hacer con su vida. En un mundo saturado de consejos, opiniones y prescripciones para vivir, el analista ofrece algo mucho más valioso: la libertad de descubrir la propia verdad, de cometer los propios errores y de encontrar el propio camino. Esta contención se convierte en una poderosa forma de respeto por la autonomía del analizante y su capacidad de autodeterminación.
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