Ideales líquidos
- Admin
- 13 may
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Consumimos nuestros ideales hasta extinguirlos. Adictos a lo sagrado en formato portable, perdimos la distancia que hace posible la adoración.

Ideales líquidos
Los objetos se volvieron soluciones. Donde antes existían ideales inalcanzables que orientaban desde las alturas, ahora consumimos pastillas, polvos y píxeles que prometen entregar en formato digerible lo que antes perseguíamos como horizonte: trascendencia instantánea, conexión envasada, identidad con código de barras. La adicción no es exceso sino transformación química del ideal: de brújula externa a combustible interno.
Paradójicamente, cuanto más intentamos materializar nuestros ideales en objetos tangibles, más se desvanece su función estructurante. Como quien intenta atrapar el viento en frascos: el acto mismo de posesión destruye aquello que pretendemos conservar. El vacío que los objetos adictivos prometen llenar se expande precisamente con cada nueva adquisición que debería reducirlo.
La clínica contemporánea recibe consumidores exhaustos de ideales líquidos que se evaporan tras cada dosis. El verdadero trabajo analítico consiste en restaurar la distancia entre sujeto e ideal, reintroduciendo la imposibilidad como dimensión constitutiva del deseo. La adicción convierte horizontes en destinos; el análisis devuelve a los horizontes su función orientadora pero inalcanzable.
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