
Area 76
15 ene 2023
Vi al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y posarse sobre él
Reflexión
En el Evangelio de Juan, la primera cosa que dice cualquier ser humano de Jesús se encuentra en los labios de Juan el Bautista: Mira, ahí está el Cordero de Dios. Natural y correctamente pensamos en el cordero de la Pascua y en la Pascua, la fiesta que marca la liberación de Israel.
Ser libre es una experiencia muy especial. ¿Cómo experimentas tu libertad en Cristo? ¿De qué te ha liberado? ¿Del miedo a la muerte?, ¿Del riesgo del absurdo?, ¿De tus pecados?, ¿De rumbos falsos en la vida?... Pero aún más importante, ¿para qué te ha liberado?
Lectura
Isaías 49:3, 5-6; Salmo 40 (39); 1 Corintios 1:1-3; Juan 1:29-34
Meditación
Las palabras de Juan apuntan a un profundo reconocimiento de la identidad de Jesús. ¿Puedo recordar momentos en los que este reconocimiento tuvo lugar para mí, primero en un nivel humano y luego en un nivel de fe?
Juan Bautista admite no conocer a Jesús, un momento de honestidad real que es el comienzo del camino de la fe. En algún momento, tal vez, escuché las palabras del Salmista en mi corazón: Escuché una voz que no conocía que me dijo: Te he quitado la carga de los hombros (Sal 81).
¿Cuál es mi propia convicción sobre ser enviado y sobre el que me envía?
Jesús bautiza con el Espíritu, un bautismo que yo también he recibido, tal vez demasiado joven. No obstante, en la vida, puede haber un despertar del Espíritu, hambre y sed interior, un empujón del Espíritu que en nuestra debilidad acude a ayudarnos.
En la experiencia de fe, el testimonio de vida es la clave. ¿Quiénes han sido testigos para mí de la Buena Noticia? ¿Para quién soy yo un testigo?